Vuelta a casa

Noche 05/04/2025. 

 La noche envolvía el gélido Mar de Japón, cuyas aguas grises bajo un cielo ahora aún más oscuro se deslizaban sin prisa a lo largo del poderoso casco del Varyag. 

Las luces de navegación del orgullo de la Flota del Pacífico, un imponente crucero de la clase Slava, cortaban la oscuridad mientras navegaba rumbo a su puerto base en Vladivostok. A su costado, también iluminado tenuemente en la noche, el buque de reabastecimiento Boris Butoma mantenía la formación, una sombra fiel que aseguraba el sustento logístico del coloso de acero.

En el puente del Varyag, iluminado por la tenue luz de los instrumentos, el capitán de primer rango Alexei Volkov contemplaba el horizonte con una calma curtida por años de servicio en mares implacables. La rutina de la navegación nocturna era un bálsamo tras la reciente travesía en el Mar de Ojotsk. De repente, la radio crepitó, rompiendo el silencio de la noche. La voz del oficial de comunicaciones transmitió un mensaje urgente.

"¡Capitán! ¡Informe de la Flota! Se han reportado intensos combates navales en las cercanías de las Islas Kuriles. Involucrados destructores... japoneses... pérdidas reportadas..."

Volkov sintió un escalofrío recorrer su espalda. La noticia era escueta, fragmentada, pero la implicación era clara: la tensión latente había estallado en violencia bajo el manto de la noche.

"Máquinas a medio régimen," ordenó Volkov con voz firme, la calma anterior reemplazada por una alerta tensa que se palpaba en el aire nocturno. "Oficial de comunicaciones, exija un informe completo e inmediato. Oficial de guardia, active todos los sistemas de alerta temprana. Que el Boris Butoma mantenga la distancia de seguridad en la oscuridad, pero esté preparado para cualquier eventualidad."

La actividad en el puente, ahora más intensa bajo la iluminación artificial, se intensificó. Los marineros se movían con la precisión de un mecanismo bien engrasado, sus rostros reflejando una mezcla de sorpresa y determinación. Los sonares comenzaron a barrer las profundidades oscuras, los radares escrutaban el horizonte nocturno. El Varyag, hasta hacía poco un gigante en tránsito en la noche, permanecía ahora en una cautelosa espera.

En la sala de mando bajo el puente, donde las pantallas brillaban en la oscuridad, la información comenzaba a fluir con mayor claridad. Los detalles del enfrentamiento llegaban en ráfagas a través de las ondas en la noche: el derribo de un helicóptero japonés, el intercambio de misiles, los incendios a bordo de los destructores Almirante Tributs y Burnny. La imagen que se dibujaba en la oscuridad era la de una batalla feroz y costosa.

"Capitán," informó el oficial de operaciones, señalando la pantalla táctica que iluminaba su rostro en la oscuridad, "la Flota ordena mantener nuestro curso hacia Vladivostok por el momento. Se están movilizando otras unidades desde la base para evaluar la situación y, si es necesario, proporcionar apoyo. Se nos ordena mantenernos en alerta máxima y reportar cualquier contacto sospechoso en la oscuridad."

Volkov asintió, una mezcla de alivio y frustración tensando su mandíbula en la penumbra del puente. Su instinto le gritaba que se dirigiera al rescate de sus camaradas en la noche, pero la disciplina naval prevalecía. La orden era clara: esperar refuerzos y no arriesgar el buque insignia en solitario en la oscuridad.

"Entendido," respondió Volkov al oficial de comunicaciones en la noche. "Transmitan nuestra confirmación a la Flota. Mantener rumbo a Vladivostok. Oficial de guardia, doble la vigilancia en la oscuridad. Preparar todos los sistemas de armas para una posible defensa. ¡Alerta amarilla en toda la nave!"

El Varyag retomó lentamente su rumbo en la oscuridad, sus potentes turbinas volviendo a un ritmo constante que resonaba en la noche. A su costado, el Boris Butoma continuó su fiel escolta en la noche. Ambos buques navegaban ahora bajo la sombra de la guerra en la noche, su viaje a casa marcado por la incertidumbre y la creciente tensión en las aguas disputadas de las Kuriles. El Varyag obedecía las órdenes, pero la noticia del combate y el destino de sus compañeros pesaba sobre el puente en la oscuridad, un presagio de futuros enfrentamientos en este mar bravo y disputado bajo el manto de la noche.


Comentarios

Entradas populares de este blog

82AA: Paracaidistas sobre Normandía

Veo un lindo camión

82AA: Primer día en Normandía