Un nuevo aliado.

 ¡Y la historia sigue, amigos! Lisipo, con el brazo herido, y Kaelia, la sacerdotisa, no podían quedarse de brazos cruzados. 

 Un camarada, un arqueros, un tal Demetrio,creo, se había escondido en otra casa del pueblo. Así que, se dirigieron hacia allí.

Con cada paso, el corazón les latía más fuerte. Cuando se acercaron a la casa, la puerta se abrió con un crujido suave y allí estaba Demetrio, con su arco en mano, listo para la acción. Sin perder un segundo, los tres se escabulleron por el pueblo.

Pero la tragedia, amigos, la tragedia siempre acecha en los momentos menos pensados. Justo cuando creían que lo habían logrado, desde un tejado cercano, una silueta oscura apareció. 


Un arquero enemigo, como un fantasma, disparó. La flecha silbó en el aire y encontró su blanco: Demetrio cayó, sin un quejido, muerto al instante.

Lisipo y Kaelia, con el alma en un puño, no tuvieron tiempo para el luto. Las flechas del cartaginés comenzaron a llover sobre ellos, silbando, buscando su carne. Corrieron, con el miedo y la desesperación impulsándolos, esquivando cada proyectil.

 Y, por un milagro, amigos, lograron escapar de aquella lluvia de muerte. Se perdieron en la oscuridad, dejando atrás el pueblo, la batalla y la esperanza de un compañero caído.

¿Qué les parece, eh? ¿Creen que Lisipo y Kaelia lograrán encontrar la paz después de tanto horror?


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