La Prueba de Fuego para la Revolución
La pequeña banda de Gretchins, sintiéndose extrañamente envalentonada, tras su reunión, se puso a rebuscar en unas cajas de suministros que habían encontrado en su caminata hacia ninguna parte. Lenin, Kmarx, Engels, Fidel y Castro removía chatarra, buscando munición, raciones o cualquier cosa que pudiera ser útil.
Fue entonces cuando la tierra tembló ligeramente. Una figura monumental se alzó sobre una pila de contenedores oxidados: un Orko enorme, armado con una gran espada dentada que goteaba aceite y óxido.
El Orko, con el ceño fruncido y los ojos inyectados en sangre, rugió, haciendo que los Gretchins se encogieran.
"¡Gitz! ¡¿Qué 'kosika' estúpida es esta?! ¡Soy de los 'Mucho Kruncha'! ¡Dejad de tocar las 'kosikas' y volved con el nuevo Caudillo!"
Al instante, Kmarx, Engels, Fidel y Castro se desvanecieron en la chatarra, sus pequeños cuerpos moviéndose instintivamente hacia la seguridad. Solo Lenin, con sus pantalones negros y guantes rojos, se mantuvo firme ante el gigante.
"¡No volveremos!", gritó Lenin, apuntando el stubgun al Orko. "¡Somos el Gretchin! ¡Somos un grupo independiente! ¡Tú no eres nuestro dueño!"
El Orko estalló en carcajadas guturales y ásperas que hicieron vibrar las chapas. "¡¿Un 'krupo'?! ¡Jajaja! ¡Mira este 'git'! ¿Independiente de mi bota? ¡Voy a llevaros a todos de vuelta para que os den la paliza de vuestras vidas!"
El Orko, menospreciando al diminuto líder, se acercó, su sombra envolviendo a Lenin. La tensión era insoportable. Los camaradas escondidos en la chatarra no podían mirar, aterrorizados, pensando que este era el fin de su incipiente revolución.
El Orko cargó.
Lenin apretó el gatillo. ¡Click! El stubgun se atascó.
El Orko lanzó un grito de burla, y la gran espada se abatió sobre Lenin. El golpe le impactó en el hombro, arrojándolo contra una pared de metal con un ruido sordo. Un dolor agudo le atravesó. El Orko rió. "¡Duro, pero no listo!"
Volvió a golpear. Lenin apenas pudo levantarse, y el segundo espadazo le rasgó el costado. Cayó de rodillas.
El Orko se paró sobre él, respirando pesadamente, saboreando el momento. "Eres el git más duro que he visto. ¡Te voy a dar una lección para que no vuelvas a hablar!"
Con la sangre goteando y el mundo girando, Lenin sintió la rabia quemándole. Era la rabia por Stalin, por Kruncha, por cada patada y cada insulto. Mientras el Orko se preparaba para asestar el golpe final, Lenin hizo acopio de sus fuerzas.
Con un grito desesperado, sacó el cuchillo de desollar que llevaba escondido y lo hundió con todas sus fuerzas en la parte interior de la pierna del Orko.
El gigante rugió de dolor y sorpresa, inclinándose. Lenin saltó a un lado. Mientras el Orko vacilaba, la mano de Lenin se movió automáticamente. Desatascó el stubgun con un golpe rápido y disparó, esta vez sin fallar, directamente al cuello expuesto del Orko.
El gran cuerpo verde se desplomó como un bloque de piedra, la vida extinguiéndose.
Un silencio increíble cayó sobre ellos. Luego, un estruendo de júbilo. Kmarx, Engels, Fidel y Castro salieron de sus escondites, gritando y saltando sobre el cadáver del Orko.
Lenin se desplomó contra el metal, su visión borrosa, mientras se agarraba a los numerosos cortes que cubrían su cuerpo. La revolución había superado su primera prueba de sangre.





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