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Rumbo al Sur

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El júbilo por el Orko caído se extinguió rápidamente al ver la sangre empapando la ropa de Lenin. Kmarx, Fidel y Castro se apresuraron a vendar los numerosos y profundos cortes de Lenin con raciones Imperiales, la supervivencia del líder valiendo más que el botín. Fue en medio de este frenesí que apareció un nuevo Gretchin. No se arrastró, sino que caminó con una despreocupación inaudita, empuñando un extraña espada. Llevaba a su lado a un diminuto Snolting de un extraño color  pálido, que apenas podía seguirle el paso. El recién llegado, cuyo rostro estaba marcado por una sonrisa demente, se acercó a Lenin y se inclinó dramáticamente. "¡Atestiguo vuestra bravura, noble jefe! ¡Qué demostración de furia contra esa bestia de colmillo! Yo soy Kixote, y este es mi fiel y práctico amigo, Zpantxa," anunció, señalando al Snolting, que emitió un pequeño y extraño bufido. Lenin, pálido y vendado, se tensó. "¿Qué... qué quieres? ¿Cómo sabes de esto?" Kixote ignoró la pregunta...

La Prueba de Fuego para la Revolución

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La pequeña banda de Gretchins, sintiéndose extrañamente envalentonada, tras su reunión, se puso a rebuscar en unas  cajas de suministros que habían encontrado en su caminata hacia ninguna parte. Lenin, Kmarx, Engels, Fidel y Castro removía chatarra, buscando munición, raciones o cualquier cosa que pudiera ser útil. Fue entonces cuando la tierra tembló ligeramente. Una figura monumental se alzó sobre una pila de contenedores oxidados: un Orko  enorme, armado con una gran espada dentada que goteaba aceite y óxido. El Orko, con el ceño fruncido y los ojos inyectados en sangre, rugió, haciendo que los Gretchins se encogieran. "¡ Gitz ! ¡¿Qué 'kosika' estúpida es esta?! ¡Soy de los 'Mucho Kruncha'! ¡Dejad de tocar las 'kosikas' y volved con el nuevo Caudillo!" Al instante, Kmarx, Engels, Fidel y Castro se desvanecieron en la chatarra, sus pequeños cuerpos moviéndose instintivamente hacia la seguridad. Solo Lenin , con sus pantalones negros y guantes rojo...

El Primer Círculo

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  La noche había caído por completo cuando Lenin y Kmarx regresaron a la factoría de desguace. Estaban cargados: la caja de raciones y, lo más importante, el transmisor vox envuelto en una tela. Los rifles láser imperiales se habían quedado atrás, demasiado grandes. Tres figuras diminutas emergieron de entre la chatarra: Engels , Fidel y Castro . Eran Gretchins temblorosos, pero con los ojos muy abiertos por la adrenalina. Engels empuñaba su espada y un viejo escudo negro.   Fidel portaba un fusil automático que le costaba cargar. Y Castro avanzó con la escopeta de doble cañones oxidada y casi tan larga como él, un arma impresionante para su tamaño. "¡Lenin! ¡Camarada! ¡Hemos visto el humo!" chilló Engels, blandiendo su espada. "¿Están muertos los 'humanos altos'?" Kmarx dejó caer el envoltorio del vox, jadeando. "¡Muertos, y saqueados! ¡Tenemos lo mejor!" Lenin se irguió, sintiendo el peso del liderazgo. Levantó su  pistola automática  oxida...

💥 Asalto al Atardecer

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El sol anaranjado del atardecer teñía el horizonte de rojo, proyectando largas sombras sobre los restos de 'Kaptura del Kamino'. Lenin y Kmarx se movían con la cautela de ratas de túnel, el olor a muerte Orka aún fresco en el aire. Guiados por el rastro, encontraron un pequeño puesto de vigilancia, una avanzada improvisada, donde la luz de un faro solitario empezaba a brillar contra el ocaso. Dos soldados humanos lo custodiaban. "Mira eso, Kmarx," susurró Lenin, apretando su  pistola automática . Sus guantes rojos parecían arder. "Botín. Y venganza para Stalin." Kmarx asintió, escupiendo un trozo de chatarra. "Demasiado ruidoso, camarada. Pero la paga será buena." Lenin se movió primero, arrastrándose por la parte trasera del puesto. El primer guardia, apoyado en unas cajas, bostezaba. La  pistola automática  de Lenin rompió el silencio, seguido por los disparos de Kmarx.  Un disparo seco, un impacto directo en el pecho y el humano se desplomó sin...

Que comience la revolución

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Una humareda acre y rojiza se alzaba sobre las ruinas de la factoría de desguace de 'Kaptura del Kamino'. El aire olía a aceite quemado, metal fundido y la dulzona y enfermiza esencia de la sangre Orka. Lenin, un Gretchin delgado con pantalones negros holgados y guantes rojos manchados de grasa, se agazapó tras una pila de chatarra humeante. En su pequeñas manos, un  pistola automática oxidada parecía casi tan grande como él. A su alrededor, el suelo estaba sembrado de lo que habían sido sus congéneres y su antiguo Capataz Orko, Kruncha, ahora un bulto destripado y humeante. Los humanos habían pasado como un rodillo, y Kruncha, el gran y ruidoso Orko que se suponía que debía protegerlos, no había hecho más que gritar un último ¡WAAAGH! antes de convertirse en carne picada verde. Lenin sintió un nudo en su pequeño estómago. Su mirada recorrió el cráter cercano, la tierra removida. La desesperación se instaló en su pecho. Stalin, su Garrapatos Saltador favorito, había desaparecid...

Escalada crítica en el báltico

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9 de octubre de 2025 – Espacio Aéreo Internacional sobre el Golfo de Finlandia .  La tensión geopolítica en el flanco oriental de Europa ha alcanzado hoy un punto de máxima peligrosidad tras un enfrentamiento aéreo que pudo haber desencadenado un conflicto militar de alto nivel. El incidente, confirmado por fuentes de seguridad, involucró a dos cazas F/A-18 Hornet de la Fuerza Aérea Finlandesa y un MiG-29 Fulcrum de la aviación rusa. La Provocación: Misil Ruso contra un F/A-18 La situación comenzó esta mañana, cuando los cazas finlandeses despegaron para interceptar a un avión ruso que volaba de manera agresiva cerca de la frontera aérea. Lo que comenzó como una interceptación rutinaria de identificación (QRA) se transformó en un duelo en cuestión de segundos. Según los informes, el MiG-29, sin previo aviso ni justificación aparente, fijó a uno de los F/A-18 y disparó un misil aire-aire de corto alcance, identificado provisionalmente como un AA-11 Archer (R-73). El ataque fue un ac...

Un nuevo aliado.

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 ¡Y la historia sigue, amigos! Lisipo, con el brazo herido, y Kaelia, la sacerdotisa, no podían quedarse de brazos cruzados.   Un camarada, un arqueros, un tal Demetrio,creo, se había escondido en otra casa del pueblo. Así que, se dirigieron hacia allí. Con cada paso, el corazón les latía más fuerte. Cuando se acercaron a la casa, la puerta se abrió con un crujido suave y allí estaba Demetrio, con su arco en mano, listo para la acción. Sin perder un segundo, los tres se escabulleron por el pueblo. Pero la tragedia, amigos, la tragedia siempre acecha en los momentos menos pensados. Justo cuando creían que lo habían logrado, desde un tejado cercano, una silueta oscura apareció.  Un arquero enemigo, como un fantasma, disparó. La flecha silbó en el aire y encontró su blanco: Demetrio cayó, sin un quejido, muerto al instante. Lisipo y Kaelia, con el alma en un puño, no tuvieron tiempo para el luto. Las flechas del cartaginés comenzaron a llover sobre ellos, silbando, busc...