Entradas

Mostrando entradas de noviembre, 2025

Rumbo al Sur

Imagen
El júbilo por el Orko caído se extinguió rápidamente al ver la sangre empapando la ropa de Lenin. Kmarx, Fidel y Castro se apresuraron a vendar los numerosos y profundos cortes de Lenin con raciones Imperiales, la supervivencia del líder valiendo más que el botín. Fue en medio de este frenesí que apareció un nuevo Gretchin. No se arrastró, sino que caminó con una despreocupación inaudita, empuñando un extraña espada. Llevaba a su lado a un diminuto Snolting de un extraño color  pálido, que apenas podía seguirle el paso. El recién llegado, cuyo rostro estaba marcado por una sonrisa demente, se acercó a Lenin y se inclinó dramáticamente. "¡Atestiguo vuestra bravura, noble jefe! ¡Qué demostración de furia contra esa bestia de colmillo! Yo soy Kixote, y este es mi fiel y práctico amigo, Zpantxa," anunció, señalando al Snolting, que emitió un pequeño y extraño bufido. Lenin, pálido y vendado, se tensó. "¿Qué... qué quieres? ¿Cómo sabes de esto?" Kixote ignoró la pregunta...

La Prueba de Fuego para la Revolución

Imagen
La pequeña banda de Gretchins, sintiéndose extrañamente envalentonada, tras su reunión, se puso a rebuscar en unas  cajas de suministros que habían encontrado en su caminata hacia ninguna parte. Lenin, Kmarx, Engels, Fidel y Castro removía chatarra, buscando munición, raciones o cualquier cosa que pudiera ser útil. Fue entonces cuando la tierra tembló ligeramente. Una figura monumental se alzó sobre una pila de contenedores oxidados: un Orko  enorme, armado con una gran espada dentada que goteaba aceite y óxido. El Orko, con el ceño fruncido y los ojos inyectados en sangre, rugió, haciendo que los Gretchins se encogieran. "¡ Gitz ! ¡¿Qué 'kosika' estúpida es esta?! ¡Soy de los 'Mucho Kruncha'! ¡Dejad de tocar las 'kosikas' y volved con el nuevo Caudillo!" Al instante, Kmarx, Engels, Fidel y Castro se desvanecieron en la chatarra, sus pequeños cuerpos moviéndose instintivamente hacia la seguridad. Solo Lenin , con sus pantalones negros y guantes rojo...

El Primer Círculo

Imagen
  La noche había caído por completo cuando Lenin y Kmarx regresaron a la factoría de desguace. Estaban cargados: la caja de raciones y, lo más importante, el transmisor vox envuelto en una tela. Los rifles láser imperiales se habían quedado atrás, demasiado grandes. Tres figuras diminutas emergieron de entre la chatarra: Engels , Fidel y Castro . Eran Gretchins temblorosos, pero con los ojos muy abiertos por la adrenalina. Engels empuñaba su espada y un viejo escudo negro.   Fidel portaba un fusil automático que le costaba cargar. Y Castro avanzó con la escopeta de doble cañones oxidada y casi tan larga como él, un arma impresionante para su tamaño. "¡Lenin! ¡Camarada! ¡Hemos visto el humo!" chilló Engels, blandiendo su espada. "¿Están muertos los 'humanos altos'?" Kmarx dejó caer el envoltorio del vox, jadeando. "¡Muertos, y saqueados! ¡Tenemos lo mejor!" Lenin se irguió, sintiendo el peso del liderazgo. Levantó su  pistola automática  oxida...

💥 Asalto al Atardecer

Imagen
El sol anaranjado del atardecer teñía el horizonte de rojo, proyectando largas sombras sobre los restos de 'Kaptura del Kamino'. Lenin y Kmarx se movían con la cautela de ratas de túnel, el olor a muerte Orka aún fresco en el aire. Guiados por el rastro, encontraron un pequeño puesto de vigilancia, una avanzada improvisada, donde la luz de un faro solitario empezaba a brillar contra el ocaso. Dos soldados humanos lo custodiaban. "Mira eso, Kmarx," susurró Lenin, apretando su  pistola automática . Sus guantes rojos parecían arder. "Botín. Y venganza para Stalin." Kmarx asintió, escupiendo un trozo de chatarra. "Demasiado ruidoso, camarada. Pero la paga será buena." Lenin se movió primero, arrastrándose por la parte trasera del puesto. El primer guardia, apoyado en unas cajas, bostezaba. La  pistola automática  de Lenin rompió el silencio, seguido por los disparos de Kmarx.  Un disparo seco, un impacto directo en el pecho y el humano se desplomó sin...

Que comience la revolución

Imagen
Una humareda acre y rojiza se alzaba sobre las ruinas de la factoría de desguace de 'Kaptura del Kamino'. El aire olía a aceite quemado, metal fundido y la dulzona y enfermiza esencia de la sangre Orka. Lenin, un Gretchin delgado con pantalones negros holgados y guantes rojos manchados de grasa, se agazapó tras una pila de chatarra humeante. En su pequeñas manos, un  pistola automática oxidada parecía casi tan grande como él. A su alrededor, el suelo estaba sembrado de lo que habían sido sus congéneres y su antiguo Capataz Orko, Kruncha, ahora un bulto destripado y humeante. Los humanos habían pasado como un rodillo, y Kruncha, el gran y ruidoso Orko que se suponía que debía protegerlos, no había hecho más que gritar un último ¡WAAAGH! antes de convertirse en carne picada verde. Lenin sintió un nudo en su pequeño estómago. Su mirada recorrió el cráter cercano, la tierra removida. La desesperación se instaló en su pecho. Stalin, su Garrapatos Saltador favorito, había desaparecid...